lunes, 5 de noviembre de 2012

1 - Casa Parroquial y Cementerio


Antiguo Cementerio


La Casa Parroquial

La Casa Parroquial, llamada vulgarmente la Casa del Cura, estaba situada a pocos pasos de la Iglesia. Allí vivieron durante muchos años los sacerdotes que regentaron la Parroquia, pero la vivienda se iba deteriorando poco a poco, hasta el punto que llegó a amenazar ruina. Tampoco se tomó ninguna medida para su conservación. Fue en el año 1922, siendo cura párroco mosén Modesto Camacho, ante el inminente peligro de derrumbe dejó de ser habitada y a partir de entonces, los párrocos posteriores, dejaron de vivir en ella. Y finalmente sucedió lo esperado: se hundió.

En lo sucesivo, al no haber en el pueblo una vivienda propia para el cura, fueron los de Ferreruela y los de Villahermosa sucesivamente, quienes se encargaron de la parroquia de Cucalón. En la década de los años treinta fue nombrado cura mosén José Cameo, el cual se instaló en Lanzuela dado que en dicho pueblo tenía una cómoda casa en perfectas condiciones de habitabilidad y con el complemento de una hermosa huerta adosada. Teniendo en cuenta la proximidad entre ambos pueblos, es de suponer que las autoridades eclesiásticas pensaron que podía llevar con facilidad las dos parroquias e incluso todavía le encargaron la de Fombuena, en la época en la que yo lo conocí. Es el periodo en que fui monaguillo con este cura.

Mientras tanto, el lugar ocupado por la casa del cura en Cucalón, quedó primero en un montón de escombros y más tarde en un solar. Pasaron bastantes años antes de tomar una decisión sobre el futuro de la finca. Pero sucedió que en la década de los sesenta, un vecino comunicó al municipio su interés en adquirirlo, por lo que al aceptar la sugerencia y ver las ventajas que reportaba para las arcas municipales, notificó públicamente a los vecinos la decisión de venderlo. Pero ante esta circunstancia, como al mismo tiempo otro vecino también manifestó su interés por el solar, se sacó finalmente a pública subasta. El acto se realizó oficialmente y al estar ambos compradores sumamente interesados por el terreno en cuestión, el precio subía y subía de modo imparable, adjudicándose al final al mejor postor a un precio de remate que fue considerado excesivamente alto para la época.

Con el dinero recaudado por la venta, el municipio compró una pequeña vivienda en la calle San Roque (llamada entonces así, la que hoy se llama Santa Ana) y gracias a ello Cucalón tuvo de nuevo sacerdote, siendo el primero mosén Ángel Monge. No obstante, poco tiempo estuvo aquel cura y la casa fue alquilada durante varios años. En esta época se reedificó la Iglesia Parroquial. Pero el final de la casa como vivienda sacerdotal estaba cercano. En los años ochenta, cuando llega la despoblación y se incrementa la escasez de sacerdotes, la casa fue vendida de nuevo a un vecino.

El cementerio

Antiguamente solían hacerse los enterramientos humanos dentro de los templos. Según comentarios de algunas personas mayores, habían oído decir que  existió en Cucalón un viejo cementerio en la parte izquierda de la Iglesia y prueba de ello fue el encontrar restos humanos cuando se hizo la cimentación para reconstruir la nueva iglesia. Personalmente me parece un poco insólito, tener dos cementerios uno al lado de otro, en tan poco espacio de tiempo. Pero como he dicho, no eran más que comentarios. Por lo tanto ¿no serían los restos encontrados parte de los enterramientos efectuaos dentro de la iglesia vieja? La realidad nunca se sabrá.

Pero el que todos conocieron en activo hasta principios del siglo XX, estaba a la derecha de la iglesia y adosado a la torre. Hoy es un parque infantil, del que todavía se conservan las tapias, excepto una cercada con valla metálica y el arco frontal de la puerta de entrada al viejo cementerio.

El último enterramiento del cementerio viejo, junto a la iglesia de Santiago, se realizó el 27-07-1915 y correspondía a
Juana Pascual García, de 64 años de edad, natural de Cucalón, a consecuencia de “insuficiencia mitral”. Era viuda de Vicente García, de cuyo matrimonio tuvo tres hijas: María, Serafina y Teresa, la primera ya fallecida”.

Nuevo cementerio en La Guitona

En esta época, primera década del s. XX, por cuestiones de salubridad -pues quizá hubo alguna epidemia de cólera-, se dictan unas normas creo que a nivel nacional, para que se construyan cementerios nuevos alejados del casco urbano y se abandonen los enterramientos en sus aledaños.

Con el fin de cumplir esta norma, fue construido uno nuevo al norte del pueblo, en el paraje o partida denominada "La Guitona", en un terreno poco productivo y bien ventilado por el cierzo. Es el  actual que conocemos y con el primer enterramiento en el año 1915, se abandonan definitivamente los enterramientos en el viejo de la iglesia. Tiene forma cuadrada, con las paredes de unos tres metros de altura.

Datos del primer enterramiento en el cementerio nuevo de La Guitona:

Al principio del Tomo 14, hay una nota que dice textualmente:

“Al folio 25 de este libro la partida de Juan Gracia 1er. cadáver enterrado en el cementerio de la Guitona”.

Y dicha partida dice:

“01-08-1915 -Juan Gracia Gracia, natural de Cucalón, de 62 años de edad, hijo de Rafael y de Valera, estaba casado con Gregoria Belanche, de cuyo matrimonio tuvo dos hijos, ambos ya difuntos”. 

Se dio la coincidencia, muy comentada por los vecinos de entonces, de que el nombre del último enterramiento en el viejo cementerio era Juana y el primero del nuevo, Juan.

La población en general, acostumbrada a los enterramientos en el viejo cementerio tan próximo al pueblo, quizá por conservadurismo se sentía reacia a modificar sus ancestrales hábitos, pues hubiera preferido continuar enterrando a sus difuntos junto a la Iglesia. Pero poco a poco las costumbres se van disolviendo con las nuevas generaciones y se impone definitivamente lo irrevocable.

Hasta los años setenta fue de uso común, el enterramiento en sepulturas excavadas en el suelo, mas al llegar la emigración y el consiguiente descenso de población, ante la escasez de jóvenes para excavar en la tierra las fosas, fue preciso recurrir al sistema de nichos. Recuerdo en algún caso, cómo el cadáver tuvo que esperar varios días en el domicilio del fallecimiento, ante la imposibilidad de cavar una fosa en el terreno helado del cementerio. El último enterramiento en tierra tuvo lugar el verano del año 1998 y para excavar la sepultura ya se aprovecharon de los avances de la tecnología, usando una pequeña pala mecánica. Y el día 18 de noviembre del año 2000 se inhumó el primer cadáver en nicho, probablemente el último del siglo XX.

Por cuestión afectiva y nostálgica, muchas personas al fallecer, aún muriendo fuera de la población, dejaron deseo expreso de ser enterradas en el pueblo que les vio nacer, para poder así reposar junto a sus antepasados.

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